lunes, 31 de marzo de 2014

Filomeno a mi pesar (memorias de un señorito descolocado) de Gonzalo Torrente Ballester en Planeta


Me cuenta Marisa @marisaanta que ha leído "Filomeno a mi pesar", de Gonzalo Torrente Ballester, Planeta. Me dice Marisa que después de oírme hablar tanto de Torrente se puso a ver las películas de Santiago Segura... Pero no aparecía por ningún lado Filomeno Freijomil, ni Ademar de Alemcastre y le pareció que de fino humor gallego poco; pensó que serían cosas de la adaptación cinematográfica y creyó que sería mejor leer el libro. 

Me cuenta Marisa que le pareció una novela de frases preciosas, de palabras desconocidas y muy sonoras, que lejos de resultar pedantes te embriagan y enganchan a la historia. 

Me dice Marisa que la novela tiene un protagonista con dos nombres, y todo lo que eso conlleva: Filomeno Freijomil y Ademar de Alemcastre. En la pila de bautismo, Práxedes Freijomil, nacido pobre pero que llega a hombre de pro, empeñado en que su hijo crezca sin remilgos le pone el nombre de Filomeno, como su abuelo, un luchador hombre de campo. Pero ese nombre jamás será usado en el pazo miñoto, donde su abuela materna doña Margarida llamará a su nieto Ademar de Alemcastre, como su bisabuelo, un elegante noble que "al pasear por las calles de Lisboa las casas se quitaban los tejados para saludarlo". 

Me cuenta Marisa que la infancia de Filomeno Ademar pasará entre Villavieja del Oro (Ourense) y el pazo miñoto en el norte de Portugal. Y es que Filomeno es gallego y Ademar es portugués.  Filomeno tiene que ser aplicado y recio en Villavieja, pero es un principito sobre el que todo gira en el pazo miñoto. En la madurez, se pasará el tiempo intentando descubir porque nunca contentó ni a su padre ni a su abuela... y se convirtió en "un señorito descolocado" que paseará por los años 30 y 40.

Me dice Marisa que la novela tiene ternura por todos lados, está llena de la ironía y el fino humor que tenemos los gallegos y me confiesa, aunque no sea políticamente correcto, que se le caían las lágrimas leyendo el episodio de un entierro, y no de pena precisamente. En fin, que no te permite sacar la sonrisa de la boca, pero además es un tratado sobre las vanguardias, la cultura y el vivir de la época.

Me cuenta Marisa que por la vida de Filomeno Ademar pasarán mujeres maravillosas, fascinantes, valientes... Belinha, Úrsula, Clelia, Flora, María de Fátima... todas irán ocupando en su corazón un trocito del vacío que dejó su madre... que murió al poco de nacer él.

Marisa me reitera que el texto está plagado de frases maravillosas y de palabras que por lo menos para ella (para mi también) son desconocidas. Marisa me confiesa que es una enamorada del ereader porque además de no ocupar y no pesar, tiene un diccionario incorporado que te da la información necesaria al nanosegundo y te archiva las palabras para cuando quieras recuperarlas y eso ha hecho con algunas para decirme que: "Salí jocunda de mi mansarda cuando me tope con dos estantiguas con muchos perendengues y aspecto de suripantas, que se quedaron a punto del deliquio cuando vieron que un estro se les acercaba”. Después se ríe y me dice: "Traduce si puedes".

Me dice Marisa que esta novela es un premio Planeta de los de antes, de cuando se daban a las buenas novelas. Y promete contarnos uno de estos días lo que le parecieron la ganadora y la finalista de este año, pero lo hará el día que le apetezca hacer la buena obra de la semana.

En fin, si Marisa fuera directora de cine, reconoce que sería mejor que esta película la hiciese la gran eminencia nacional sobre Torrente, Santiago Segura. O si no se atreve con todo el metraje, que al menos meta por ahí a Filomeno Freijomil, o a Ademar de Alemcastre en sus películas... que con todo lo que le ha dado, parece mentira que todavía no haya citado a Gonzalo Torrente Ballester.


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